Enrique González Camacho |
Fíjense en la perversión de un sistema que utiliza el término debut, a
sabiendas que una vez lo haya hecho, haya entrado en él, difícilmente
podrá escapar, te has convertido en un fiel cliente de las
farmacéuticas, apoyadas siempre por esa figura, esa personalidad de
nuestra sociedad que te verá 15 minutos cada seis meses y que mantendrá
tu cronicidad mediante el control que ejercerá en tu vida: El
psiquiatra. La persona que debería estar ahí para tu
recuperación, para tu curación, se convertirá en el guarda y custodia de
la llave que te abre la puerta de salida del actual sistema
biologicista de salud mental. Muy pocos son los que te abrirán
la puerta para salir. Una vez dentro, intentarán convencerte de que tus
problemas se deben a una causa genética o biológica. Que tú no tienes
responsabilidad sobre lo que te ha ocurrido, que tu vida y tu biografía
nada tienen que ver con tus problemas, que lo único que puedes y debes
hacer es tomarte esta pastilla, esta inyección, o este cóctel de ambas,
que te mantendrán emocionalmente estable, tan estable, y tan sedado, que
tu vida se convertirá en una especie de llanura desértica, sin alto y
bajos, donde no haya montañas que escalar porque tú no debes hacer
esfuerzos, tú debes llevar una vida tranquila y sosegada. El trabajo no
es para ti, el amor no es para ti. Lo más importante es que no te vuelva
a dar una crisis. Que no vuelvas a ingresar.
Así estaba yo después de mi debut. Pero algo me decía que existía
algo más que desierto, dejé de creerme que no podía salir de ese
círculo, y comencé a luchar, comencé a creer en mí mismo y no en la
palabra de otro, y encontré en el desierto pequeños oasis donde la
industria farmacéutica no había metido sus garras. Comencé a hacer
terapia, una terapia donde mi biografía, quien yo soy, sí que tenía
importancia. Y comencé a recuperarme, y encontré personas dentro del sistema que luchaban para cambiarlo. Esas personas tenían llave, y me abrieron la puerta, la puerta del movimiento asociativo.
Había encontrado en el desierto un grupo que resistía y luchaba por un
mundo más justo. Ya no estaba solo, y aquello le daba sentido a mi vida.
Un sentido que era más importante que yo mismo, que iba más allá de mi
propio bienestar.
El movimiento asociativo, la unión de personas, es la única
herramienta, la única fuerza capaz de cambiar el mundo. Sólo cuando nos
unimos somos capaces de producir cambios. Rememos juntos como
en las galeras y este cambio será imparable. Recuerda que por muy solo
que puedas llegar a sentirte, desde la marea asociativa en salud mental
estamos trabajando para que no sea así, para que tengamos una sociedad
donde tu vida importe, tus necesidades se satisfagan y tus derechos se
cumplan. Así que deja de luchar solo y únete. Yo lo hice. Y no puedo
estar más orgulloso de mí mismo y del movimiento de personas del que
formo parte.
Enrique González Camacho.
Presidente de AFES Salud Mental (Tenerife) y representante de Federación Salud
Mental Canarias en el Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de
SALUD MENTAL ESPAÑA.
Artículo de opinión publicado en la sección “La voz de SALUD MENTAL ESPAÑA” del nº 1 de 2016 de la Revista Encuentro, que publica la Confederación Salud Mental España.
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